martes, 14 de noviembre de 2017

UN EXTRANJERO

Hay que ser muy Dios para transmutar en hombre. 

Hay que ser muy hombre para no romperte. 

Subir desde los abismos para enquistarse en el lugar maldito dónde reside lo finito. 
Observarte majestuosa levántarte sin mácula ante las guerras perdidas vestida de infame víctima languidecida. 

Pareces clamar al cielo, pero tus ojos traviesos me retan.  Te conoces vencedora no hay juego que no domines. 
Punto y seguido en las reglas creadas para compungirse ante las constantes victorias de Diosas y meretrices. 

De barro para romperse, de barro para crujirse, de barro para secarse. 
Presto estoy a ser juglar chistoso. Ávido de tu sonrisa con sus notas vibratorias que a los Dioses hipnotizan. 
Veo llegar el deshielo y el calor que te desborda. No ha sido un error amarte si en ello existe el todo, niña loca que no crece y creando permanece.

Un Kadabra misterioso envuelto en mil dimensiones de tiempos qué juguetones se convierten en protones. 
Así cual mística cuántica pasarás inadvertida y siempre con la sonrisa a un dios vencido humillas. 

Lo recuerdas diosa mía? 

Me ha sacado de Casillas! 
Debo observarte cuando a Febo invocas placentera, abrazandote en su
fuego. 
Ardiendo en el placer hecho deseo en destruirme. 
Aquí está tu Dios callado, hay quién dice omnipotente. 
A tu lado derrotado, en esta actitud yacente del humano desterrado. 

No tengas remordimientos el mundo no los merece. 
Disfruta con tu victoria bien merecida la tienes. 

Entran muertos en galeras, ya la vida se descoca, nadie sabe a nadie importa, lo que salga de tu boca. 

Soterradamente. Quién va a firmar esto Ángel mío? 

Un extranjero

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